VOCES AUSENTES EN PALENA: LOS VELÁSQUEZ PERSISTEN EN LA MEMORIA
Daniel Velásquez -aún buscando respuestas y justicia a 50 años de la desaparición de su padre, su tío y su abuelo- narra la conmovedora historia de ausencias forzadas durante la dictadura.
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as palabras que siguen son el testimonio directo de Daniel Velásquez, un hombre marcado por el doloroso legado de la dictadura militar. Este es su relato:
UN DÍA QUE CAMBIÓ TODO
“Nací en Palena y la historia que les contaré comienza en 1973, el 5 de octubre, con mi papá, mi mamá y mi abuelo, quienes vivían en el campo, en un sector llamado Lago Yungue. Tenía apenas cuatro meses cuando ocurrió el golpe militar. Mi hermano, con quien tengo una diferencia de apenas un año, y yo éramos los más pequeños de la familia. Él, lamentablemente, falleció a los 45 años. Hoy día, solo quedamos mi madre y yo como herederos directos de la historia familiar.
Mi madre Ana, que es la testigo de los sucesos, me contó con detalle lo que sucedió aquel día. Recuerda cómo un carabinero llegó a nuestro hogar disparando al aire. Mi padre creyó que se trataba de cazadores persiguiendo patos, ya que en octubre se cazaban en abundancia en esa zona. Sin embargo, la realidad era otra. No tardó en llegar una comitiva de carabineros acompañada por dos civiles. Entraron a nuestra casa con violencia, pidiendo armas.
En medio de ese caos, mi abuelo, que se encontraba en el campo cuidando de un vacuno enfermo, fue detenido y, según las historias que se cuentan, asesinado y enterrado en un lugar desconocido. Nunca encontramos su cuerpo, ni el de mi padre ni el de mi tío.
Mi madre describió con dolor cómo fueron golpeados y torturados. Los carabineros insistían en que entregaran armas, afirmando que mi abuelo era un “terrorista” y que poseía armamento pesado, como dinamita y metralletas. Mi familia, sin embargo, no tenía tales armas. Lo más peligroso que poseían era un machete y un cuchillo, herramientas comunes en la provincia.
AMARRADO CON ALAMBRES
Mi padre fue amarrado con alambres, su dentadura destrozada por los golpes. Mi madre, impotente ante la situación, deseaba que todo fuera solo un sueño.. Mientras esto ocurría, yo me encontraba en Palena debido a una condición de salud con la que nací, el labio leporino, y estaba bajo el cuidado de mi abuela paterna.
Las horas pasaron, y los carabineros, conocidos de mi madre ya que ella les lavaba la ropa, siguieron insistiendo. Finalmente, le comunicaron que llevarían a mi padre al otro lado del río. Aquel día, la vida de mi familia cambió para siempre.
Éramos una familia modesta, sencilla. Mi madre, que trabajaba desde muy joven, no tenía más de 18 años en ese entonces. Me cuenta que carabineros insistía mucho pidiendo las supuestas armas, pero ella jamás había visto armas allí. Solo herramientas comunes como machetes, murranas, hachas y cuchillos. Pero nunca armas. No tenía razón para mentir sobre ello.
Mi madre recuerda el día en que se llevaron a mi padre. Lo arrastraron como un peso muerto, ya que no podía caminar por los golpes que le dieron en los muslos y pantorrillas. Me contó que, tras esto, lo subieron a un bote y cruzaron al campo de un tal Ernesto de Ocariz.
Dos días después, desde nuestra casa, me cuenta, se escuchaban conversaciones al otro lado del río, pero nada más… y mi mamá en su desesperación decidió quitarse la vida con mi hermano. Se quería tirar al río para matarse, pero ella nunca se dio cuenta que había un carabinero de punto fijo que la estaba vigilando. Entonces cuando ella intentó hacer esto carabineros se acercó y le dijo: “señora Ana, no lo haga porque su marido ya va a volver en unos cuatro o cinco días”.
SI TU HIJO CAMINA ….
A ella, lo que más le llamaba la atención era que mi hermano caminaba y dentro de ese lapso que pasó todo esto terrible, mi hermano nunca caminó, nunca quiso caminar. Entonces en una ocasión dice mi mamá que el capitán Garrido le dice: Si tu hijo camina, vas a tener el mismo fin que tu suegro, que lo habían matado.. Y mi hermano nunca caminó. Estaba el destino para que no pasara nada.
Días después, los carabineros regresaron, sin la compañía de los dos civiles que inicialmente los habían guiado. Al poco tiempo, un carabinero de apellido Segura se acercó y le advirtió a mi mama que no podía ir a Palena durante un mes y medio. Si la encontraban allí, correría la misma suerte que su suegro y esposo. Desesperada y joven, con un hijo a su cargo y con nuestra casa completamente destruida, decidió escapar. Tomó un caballo y se dirigió a Palena, siempre temerosa de que la descubrieran.
Durante el camino, pasó por la casa de un señor de apellido Reyes. Aunque no pudo ayudarla, le dio la opción de seguir adelante o regresar. Con su hijo en brazos, decidí seguir. Finalmente llegó a la casa de una hermana de parte de padre, que los escondió durante un mes. El terror se apoderaba de todos.
SIN VER LA LUZ DEL DIA
Tras treinta días, reunió el valor para ir a Palena. Llegó de noche a casa de mi abuela paterna. Ella decidió llevarme consigo y dejó a mi hermano con mi abuela. Durante aproximadamente ocho meses, mi madre estuvo recluida, casi sin salir a la luz del día. Cuando las cosas comenzaron a calmarse, empezó a salir esporádicamente. Sin embargo, no deseaba permanecer en Palena debido a todo lo que había pasado allí. En ese momento, surgió una orden médica que requería que me operara del labio leporino en Puerto Montt. Esta situación brindó a mi madre la oportunidad de dejar Palena. Esto sucedió alrededor de mayo o junio de 1975, y nos trasladamos a Puerto Montt.
LAS VERDADES ESCONDIDAS
Con el tiempo, mi madre se enteró de que habían asesinado a mi tío Raúl, quien trabajaba en Vialidad. Se dijo que a mi tío lo habían llevado a la frontera para que cruzara a Argentina. Otro rumor afirmaba que estaba enterrado junto al río Palena, mientras que otra versión sostenía que lo habían enterrado en la antigua caballeriza de Palena. Aunque esta última teoría es la que más se afirma, nunca se investigó a fondo. Hay testigos que podrían haber arrojado luz sobre lo sucedido, pero por miedo o por otras razones, se abstuvieron de declarar.
Mi tío Raúl también se encontraba en Palena cuando fue arrestado y, posteriormente, ejecutado. Lo fueron a buscar en su trabajo, en Vialidad, con la excusa de que mi abuelo lo necesitaba. Tras ese encuentro, nunca más volvió a su trabajo, ni a su vida. Desapareció.
Con respecto a mi padre y mi abuelo, también surgieron rumores sobre sus destinos después de que cruzaron el río. Unos decían que sus cuerpos estaban cubiertos de piedras grandes; otros comentaban que los animales del campo se alimentaban de los restos de mi abuelo. Lamentablemente, nunca se ha conocido la verdad.
LA JUSTICIA ESQUIVA
Siento una mezcla de tristeza y enojo por todo lo que sucedió. Inicié un juicio en el año 2000, pero las sentencias fueron mínimas y los culpables nunca fueron detenidos. Mi madre sabe quiénes son y, durante una reconstitución de escena, algunos la reconocieron y la saludaron. Hoy, muchos de ellos ya son ancianos, entre 80 y 90 años, ya pesar de todo, no se ha hecho justicia.
A menudo me preguntan por qué creo que la justicia ha sido tan esquiva en este caso. No tengo una respuesta clara. A lo largo de los años, hemos tenido muchos gobiernos y todos parecen tomar el tema de los derechos humanos cuando les conviene, especialmente durante las elecciones. Tengo 50 años y he visto muchos presidentes hacer lo mismo. Recientemente, el gobierno actual ha iniciado trabajos para buscar a los desaparecidos, pero tengo la sensación de que todo se repetirá.
BÚSQUEDA INCESANTE
Durante un tiempo, me dediqué personalmente a buscar a mi familia sin ayuda de autoridades. Muchos me dieron pistas o lugares donde podría encontrar a mi padre, y aunque busqué obsesivamente, nunca encontré nada. Ni una prenda de ropa, pese a que mi madre recordaba claramente cómo vestía mi padre aquel día.
Intentamos reconstruir los hechos con aquellos involucrados, pero siempre se negaron a colaborar, sosteniendo un “pacto de silencio”. En 2001 o 2002, tras detener a unos carabineros en Chaitén, uno de ellos, Juan Segura Gutiérrez, me llamó para negar su participación y culpar a otro. Nunca más volví a tener contacto con ninguno de ellos.
Hace poco, falleció mi último tío. Originalmente, la familia estaba compuesta por mis abuelos y tres hijos: mi papá, Rubén Alejandro, quien era el mayor; José Raúl Velázquez, empleado en Vialidad; y Francisco Velázquez Vargas, el menor, quien recientemente falleció y trabajaba en CONAF.
Mi madre guarda muchos detalles dolorosos en su corazón. Hay cosas que, según ella, no necesito saber. Entiendo y respeto su decisión porque debe haber vivido momentos verdaderamente difíciles. Una vez intenté que compartiera todo conmigo, para que pudiera liberarse de ese peso, pero me respondió que hay recuerdos que te marcan para siempre. Y la entiendo perfectamente. Esta es una parte de la historia de nuestra familia: Velázquez Vargas y Velázquez Soto. Gracias por permitirme compartir mi historia y contribuir al recuerdo colectivo de nuestra tierra
PLACA EN MEMORIA.
La Agrupación Nacional de Empleados Fiscales, Anef Los Lagos, presidida por Pamela Espinoza, gestionó junto a la familia Velásquez y amigos, la colocación de una placa en la comuna de Palena, para mantener viva su memoria. En una ceremonia sencilla y emotiva, en la que también estuvo presente el Presidente Nacional de Anef, José Pérez Debelli, se rindió un homenaje a quienes fueron víctimas de la dictadura, aún es los rincones más remotos del país, “La memoria es crucial para que estos hechos no se repitan y para que las futuras generaciones entiendan la importancia de los derechos humanos. “
🖤 Recordamos y Honramos su Memoria 🖤
EL INFORME RETTIG CONSIGNA LOS DATOS:
JOSE RAUL VELASQUEZ VARGAS
Detenido desaparecido. Palena, octubre de 1973.
Tenía 24 años de edad, era soltero. Se desempeñaba como empleado de vialidad en Palena.
Detenido el día 9 de octubre de 1973 en Alto Palena por Carabineros. Se desconoce su paradero, permaneciendo desaparecido.
RUBEN ALEJANDRO VELASQUEZ VARGAS
Detenido desaparecido. Palena, octubre de 1973.
28 años de edad, casado. Era agricultor.
Detenido en su domicilio de Alto Yungue, Palena, por Carabineros, en presencia de su familia. El último lugar en que se le vio fue a las orillas del río Palena.
JOSE ESAU VELASQUEZ VELASQUEZ
Muerto. Alto Palena, octubre de 1973.
Tenía 52 años, casado y tres hijos. Era agricultor Fue ejecutado el día 5 de octubre de 1973 en el sector El Yungue, Alto Palena, acusado de intento de agresión y tenencia ilegal de armas y material subversivo, versión que la Comisión Rettig desestimó, formándose la convicción de que fue muerto por Carabineros de Alto Palena
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