En sus 77 años de Aniversario de Anef, entrevista a José Pérez Debelli, su Presidente Nacional
“Uno quisiera escuchar y ver un mensaje más centrado en las personas, en el ser humano y que vaya directamente en beneficio, por ejemplo, de los más de dos millones de trabajadores y trabajadoras sin contrato formal en nuestro país”
La Agrupación Nacional de Empleados y Empleadas Fiscales (ANEF) tiene una larga data de historia sindical. Fundada por el legendario Clotario Blest el 05 de mayo de 1943, hoy ya suma 77 años de lucha por el respeto de los derechos laborales de la clase trabajadora y de los grupos oprimidos. En sus inicios partió como respuesta a un gobierno que intentaba reducir los salarios de los empleados públicos, oponiéndose a este tipo de medidas. ¿Les parece conocido? Al parecer solo cambian los rostros, pero las heridas siguen abiertas. Sus costras una y otra vez se abren, develando que la política laboral de los diferentes gobiernos siempre ha abusado de los trabajadores y las trabajadoras. Siempre ha sobrepuesto los intereses económicos a los de su ciudadanía. Hoy, quise conversar con quien lidera en la actualidad la Anef. Hemos quedado de contactar durante la mañana, pero su teléfono suena ocupado. Espero unos minutos más. Marco. Nuevamente ocupado. Por fin un mensaje de texto.
– Llámame ahora. Tengo un tiempo antes de entrar a una reunión.
Se trata de José Pérez Debelli o Pepe como le dicen de cariño. Por lo que sé es hombre carismático y querido dentro de su sector “Es parte de mi forma de ser. Me gusta escuchar creo que debemos mirarnos entre pares. Hay distintas responsabilidades, nosotros no fuimos puestos a dedo, sino que alguien confió en ti y esa confianza debe ser permanente por eso es necesario mirarnos y conectarte con las personas. Con toda la diversidad a la que representamos. No es forzado lo que la gente me valora. Es parte de mi esencia. La dimensión humana hace que vea que uno puede equivocarse y a saber que se puede contar con otras personas…los talentos están solo hay que empezar a reunirlos y multiplicarlos” me indica.
Su voz es profunda. Es quizás una de sus características además de la sencillez que ven en él. De ahí la preocupación que generó su última detención. Precisamente en el marco de la Conmemoración del Día Internacional del Trabajador y la Trabajadora. Los mensajes de apoyo se multiplicaban así como las voces que exigían su liberación.
Sus inicios como trabajador público parten en el año 1990, cuando fruto de un Concurso Público ingresa a la Dirección General de Aeronáutica Civil “al poco tiempo de ingresado me relegaron al Aeropuerto Merino Benítez, pues en ese entonces en la Dirección General de Aeronáutica Civil habían muchos ex uniformados de la Fach que no les gustaba mucho los aspectos más democráticos y tampoco la asesoría profesional. Me fui allá y en el año 1993 formamos el primero sindicato de la DGAC del aeropuerto. Se llamaba sindicato de aeronáutica. Su primer presidente fue detenido en ese entonces y enviaron a aeródromos lejanos a todos sus dirigentes relegados. En diciembre de 1999, cuando ya estaba en funcionamiento la ley de asociaciones, me presenté y quedé electo. En el 2003 acompañé a Raúl De La Puente en una lista. No quedé pero el 2005 fui nuevamente con él y quedé como dirigente el 2006, trabajando en Vicepresidencia de jóvenes, organización sindical, regiones, secretario general, hasta ser presidente nacional”.
Anef hoy
Luego de contarme de sus inicios, entramos de lleno a su vida actual como Presidente Nacional “Un bonito trabajo” como él lo llama. Su voz se alegra mientras me relata que sus primeros seis meses en el cargo fue ambientarse en el rol. “Yo creo en el trabajo en equipo. Poder fortalecer equipos de trabajo, de levantar apoyos profesionales externos necesarios para cumplir nuestros objetivos. A partir del 18 de octubre nos llevó a otra ocupación. Nos llevó a la visión socio política de chilenos y chilenas, atender esas demandas poniéndonos al servicio de la movilización ciudadana, uniéndonos al bloque sindical. Desde ahí no hemos parado” agregó.
Vida personal
No puedo evitar preguntar cuantas son las horas que se dedican a esta labor, imagino que muchas. Las preocupaciones se trasladan a tu casa y entre tu espacio íntimo y el mundo más público se desarrollan las soluciones y salidas a conflictos tan antiguos como la civilización misma “Son muchas las horas. Todo el día y parte de la noche también. Eso porque las personas te buscan. Uno escucha pero no lo vive. No vive esos dolores pero empatiza. Mi participación es en aquellos casos reivindicativos, sindicales. Deteniendo abusos, la postergación de los derechos laborales de los trabajadores y trabajadoras, pero jamás mis intervenciones irán en línea con arreglar situaciones de tipo personal. Mi intervención va más por los derechos colectivos que por aportar a concretar ambiciones personales o individuales”.
Dadas las responsabilidades y la cantidad de horas destinadas a las tareas sindicales, llama la atención como se compatibiliza con el ámbito de la familia y el cuidado. No es fácil intentar estar presente en ambos espacios “He sido afortunado. Desde mi familia ha existido siempre comprensión. Pero no hay que abusar de aquellas personas que te quieren y te acompañan y están contigo. Por eso compatibilizo. Intento estar con ellas el fin de semana, los feriados. Esa es mi forma de compensar”.
Pandemia y mundo del trabajo
“Lo que sucede hoy es la consecuencia de mostrar un envase muy depurado muy posicionado en el concierto internacional, centrado en lo económico, pero que hoy devela las enormes desigualdades salariales, la concentración de la riqueza, la defensa del capital por sobre lo humano. Entonces se cruza con la pandemia. La cuarentena trae como consecuencia que se vean todas estas deudas. La pandemia ha develado la fragilidad de las políticas públicas y los intentos desesperados del Gobierno por rescatar el modelo económico, las grandes empresas y las enormes fortunas”.
“Uno quisiera escuchar y ver un mensaje más centrado en las personas, en lo humano y que vaya directamente en beneficio, por ejemplo, de los más de dos millones de trabajadores y trabajadoras sin contrato formal. Desearíamos que las medidas no sean impuestas por parte del Gobierno, sino más bien dialogadas, conversadas y construidas con las organizaciones sindicales. Eso conflictua y enrarece los ánimos y las relaciones” indica Pérez Debelli.
Redacción y Entrevista: Betty Boom