Organización busca educar sobre el problema de perros asilvestrados en la región
Sabemos que la región de Los Lagos destaca, entre otros motivos, por sus impresionantes paisajes, de ríos, lagos y volcanes. Y también por la gran diversidad de fauna nativa que presenta. Lamentablemente, hoy, algunas de estas especies se encuentran en peligro. Por ejemplo, el ciervo Pudú y el Zorro Chilote.
El estándar de conservación chileno, creado en concordancia con lineamientos de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) clasifica a las especies según el grado de amenaza que presentan. En ese sentido existen 7 niveles de conservación.
Especies en peligro en Los Lagos
Respecto a las especies en peligro de extinción en Los Lagos, el Pudú se encuentra en el nivel 5, es decir en estado “Vulnerable”. O con un riesgo alto de extinción en estado silvestre. Y el Zorro Chilote se encuentra actualmente en nivel 3. Es decir en “Peligro Crítico”. Lo cual significa que está enfrentando un riesgo extremadamente alto de extinción en estado silvestre. Y la probabilidad de que la especie desaparezca en el corto plazo es muy alta.
La ONG Aves Rapaces de Chile y su centro de rehabilitación de fauna silvestre Akori son iniciativas medioambientales radicadas en Puerto Montt. Dedicadas precisamente a la defensa y conservación de la fauna silvestre y las aves rapaces en específico.
Actividades que realizan
Con iniciativas como la difusión por medio de redes sociales. Además de la educación por diferentes vías. Tales como charlas educacionales, tanto presenciales como online, acompañadas con aves rapaces. Además, mediante el centro Akori se dedican a la rehabilitación y tratamiento de fauna silvestre.
En cuanto a las charlas educacionales, normalmente apuntan al público infanto-juvenil, entre los seis y los dieciocho años. Trabajan con colegios y escuelas, aunque también han realizado charlas a guías turísticos, universidades, municipalidades y público general.
Las amenazas a la fauna silvestre
Matías Gutiérrez es miembro de la ONG y también de Akori. Para el activista, hay una serie de peligros a los que se enfrenta la fauna silvestre actualmente. Tienen que ver, por ejemplo, con la cacería ilegal. Además de la comercialización y el tráfico está el envenenamiento. Ya que hay personas que exterminan a la fauna nativa poniendo cebos tóxicos o envenenando cadáveres que luego son consumidos. También existe un serio problema respecto a los atropellos en carreteras, en los que mueren muchas aves como lechuzas y tiuques.
El problema de los perros asilvestrados
Por último, el activista se refirió a la depredación desmedida que producen los animales introducidos. En este sentido, los perros ferales representan un grave problema, ya que están matando a diversas especies, como el pudú, en grandes cantidades.
Según Gutiérrez, el tema de los perros asilvestrados o ferales es muy problemático en la zona centro-sur de Chile, sobre todo en zonas de alta ruralidad. Sucede cuando las personas abandonan a sus perros adultos en lugares rurales. Luego se convierten en manadas o jaurías de perros. Que buscando sobrevivir atacan al ganado y a animales silvestres. Además generan competencia interespecífica con otro tipo de mamíferos, tales como los zorros y pumas. Lo cual genera un “detrimento enorme en su conservación”.
La adopción es una responsabilidad que dura 15 años
La culpa, agregó, es exclusivamente del ser humano. “Somos nosotros quienes introducimos a estos animales en ambientes que no son suyos”. Para la ONG, lo más importante para llegar a una solución es educar. “Que la gente sea consciente de que adoptar a un perro no es solamente que se adopte por bonito. Es adquirir una responsabilidad para 15 o más años”, afirmó Gutiérrez. La idea es que el animal pase a formar parte de la familia, teniendo en cuenta el tiempo de vida que normalmente tiene un perro.
“Que la gente sea consciente de que adoptar a un perro no es solamente que se adopte por bonito. Es adquirir una responsabilidad para 15 o más años”.
Matías Gutiérrez, ONG Aves Rapaces
En el caso de las jaurías de perros asilvestrados ya existentes, para Gutiérrez las medidas pasan por decisiones éticas. Tales como el trampeo y la esterilización. El activista también se refirió al probable problema al que nos enfrentaremos con el término de esta pandemia.
Las adopciones masivas en pandemia
Señalando: “Yo trabajo en el ambiente veterinario y una de las cosas que hemos visto hoy en día es que la gente por el hecho de que permanece mucho más en la casa está buscando un compañero. Ya sea un gato o un perro, una mascota. Un ser con el cual compartir su día a día estando encerrados en la pandemia. Pero es lamentable el fenómeno que hemos conversado con algunos colegas hoy en día”.
Se trata de que las adopciones masivas de animales que se han dado en pandemia no necesariamente están acompañadas de la responsabilidad necesaria para cuidar de un ser vivo. Por lo mismo, Gutiérrez cree que existe la posibilidad de que estas mascotas queden abandonadas, o incluso puedan ser desechadas. Especialmente a sectores rurales, donde ataquen a la fauna silvestre. Esta situación de abandono se ha vuelto muy común en países como Estados Unidos.
Los Muermos y la Isla Grande de Chiloé
Según el activista, algunas de las zonas de mayor preocupación en cuanto a perros ferales son por ejemplo el sector de Los Muermos. Y también la Isla Grande de Chiloé. Ambos sectores de alta ruralidad. Respecto a Chiloé, por ser un reservorio ecológico, los perros ferales no tienen un competidor directo. Como podría ser el puma o zorros grandes como el Culpeo. Por lo tanto la depredación se ciñe mucho sobre ciervos menores como el pudú. Es un grave problema en el territorio, tanto para la fauna silvestre como para el ganado de los chilotes.
Llamado a la comunidad
Es por ello que el activista realizó un llamado a la comunidad, para que después de esta pandemia continúen siendo responsables con sus mascotas. Además, insistió en la importancia de que la gente se eduque, y “así nos ayuden a conservar la fauna silvestre”.
Redacción: Manuela Barrueto
Fotografías: ONG Aves Rapaces, Manuela Barrueto