Nosotros estamos dando muchas cosas en este tiempo de crisis. Estamos dando tiempo, esfuerzo. Nos estamos separando de nuestra familia y eso da pena”.

Llevar adelante esta entrevista, provoca en mí y quizás en quien la lea, una sensación de alegría y de orgullo.  La entrega de quienes hoy dan todo de si por devolver la salud a las personas, sin duda, instala la esperanza de que en este mundo aún existen altruistas, que aman su trabajo y vocación y que el sacrificio personal y familiar es parte de su entrega diaria.

Conversamos con Pablo Miralles, enfermero clínico del Servicio de Urgencia del Hospital Base de Puerto Montt.  Su trabajo lo desempeña hace ya 14 años.  Oriundo de Ancud, desde pequeño quiso dedicar su vida a la salud pública.  Fue la Universidad de Magallanes la que acogió a este joven chilote “en el año 2000 ingresé a la universidad.  Me fui solo, ya tenía una hija en aquel entonces.  Estuve 5 años por allá.  Parte de mi corazón es magallánico”.

Entre delantales azules, miradas de congoja y sonidos metálicos, nos encontramos con Pablo.  No fue fácil.  El tiempo para una entrevista escasea, sobre todo cuando existen personas que esperan ansiosas su atención.  “Pucha ahora no tengo tiempo.  Estoy full.  Pero pasa” me dice mientras avanza rápido por los pasillo del servicio de urgencia.  Siempre me he preguntado que hay detrás de cada cortina o puerta que existe en el hospital.  Lo acompañó con temor a entorpecer su labor.  Logró tomar una foto.  Dos y quizás tres.  Quedamos en hablar por la noche vía teléfono.  Pienso: Ojalá se acuerde.

Mi primer año fue de aprendizaje.  Llegué a trabajar al servicio de Cirugía del Hospital, luego me trasladé a la Urgencia que es lo que me gusta.  Hice mi internado en urgencia en Punta Arenas y allí me di cuenta que esto era lo mío.  Lo que me gustaba”.

Nos habla de las bondades de trabajar allí.  Se aprende harto, demanda seguir estudiando, se fortalece el trabajo en equipo.  Es por ello que realizó un Magister en Gestión de Salud, “por la inquietud de saber más cosas para ayudar más.  Manejar más los costos, materiales, personas.  La tecnología y ciencia avanza harto y si uno no desarrolla eso, va quedando atrás.  En nuevos manejos de pacientes, patologías etc” nos indica.

Sistema de turno

Para quienes conocemos de cerca a trabajadores/as de la salud, sabemos que sus tiempos corren al compás de sus turnos.  A veces sacan de su bolsillo un hojeado calendario donde se registran sus momentos libres.  Sus días libres.  Pablo nos comenta aquello.  El llamado “largo” corre desde las 8 de la mañana a las 8 de la tarde.  Y el turno de noche… ya se lo imaginan: comienza a las 8 de la tarde y termina al día siguiente 8 o 9 de la mañana. Es decir estos turnos son de 12 a 13 horas corridas. Le consulto si disponen de tiempo para descansar.  “El descanso es circunstancial.  Cada vez que se puede.  El alimentarse es también circunstancial.  Dormir en algún momento durante la noche, como hay harta demanda,  no se puede controlar pues si la gente llega a la urgencia es porque lo necesita.  Aunque nosotros evaluamos si es urgencia o emergencia.  La gente requiere de una ayuda inmediata muchas veces.  El tiempo que tenemos que tomarnos en una atención es harto, porque a veces una patología (enfermedad) es complicada.  Y se te pasa el tiempo y no alcanzas a alimentarte o comes algo rápido, pues debes seguir atendiendo a la gente” indica.

Me surge inmediatamente la duda…¿cómo lo hace con su vida familiar?  Con los momentos en que se topan eventos importantes en tu núcleo cercano y aquel calendario en que justamente no dispones de día libre?

Me responde entre sonrisas que cuenta con el apoyo de su compañera y esposa Laura quien también es enfermera, entonces empatiza con la ajetreada vida de Pablo.  “Ella trabaja en la Unidad de Paciente Crítico Pediátrico.  Ella trabaja con menores.  Yo trabajo desde recién nacido a un abuelito de 90 a 100 años.  Muchas veces me pierdo cumpleaños.  No invitan a cosas y decimos que no podemos ir porque tenemos turno.  A veces nos perdemos actividades de nuestro hijo, pues estamos en turno.  Es complicado, pero es lo que escogemos.  Muchas veces hemos pasado navidades, años nuevos o cumpleaños de nosotros mismos trabajando y es la familia que tenemos en el Hospital con quienes celebramos.  Pero es lo que escogí, lo que me gusta, por eso no me complica”.

En este momento de la conversación me cuenta de su hija que hoy tiene 23 años, Catalina y su pequeño Mateo de 8 años “muchas veces llegó del turno por la mañana y él me pide salir a jugar…tengo que explicarle que no descansé y que trabaje toda la noche, así que tengo que dormir un rato.  A veces me da pena porque no puedo hacer algunas cosas con él o me tengo que esforzar y no dormir.  Pero él entiende que esto me hace feliz y me ve realizado haciendo mi trabajo” añade.

Comienzo entonces a hablarle de alegrías, de dolores, de recuerdos buenos y malos que se viven en la sala de urgencias.  No puedo ver su cara cuando me conversa de sus recuerdos.  Hablamos por el celular y por los silencios intuyo sus emociones “alegrías son muchas.  Siempre es satisfactorio ayudar a la gente.  Saber que en esa etapa en que están vulnerables, tú estás al lado de ellos.  Les das apoyo emocional muchas veces, además de administrarle medicamentos.  Uno les da la seguridad a las personas de que lo que estas haciendo es para el beneficio de ellos.  Que estás dando lo mejor de lo que sabes para poder ayudarlos, para que pasen su etapa de enfermedad.  Todo eso da satisfacción.  Muchas veces te lo agradecen”.  En este momento de la conversación, Pablo recuerda el afectuoso saludo de una mujer en la calle; que lo reconoció “yo estuve con ella cuando vivió un infarto.  Me lo agradeció.  Eso fue satisfactorio, eso me dio la fuerza de saber que lo que estoy haciendo es bueno: ayudo a la gente y me dan más ganas de seguir haciendo cosas buenas por ellos”.

Miedo al coronavirus

Yo más que miedo, estoy preocupado por lo que pueda llegar a suceder.  Tengo la certeza que lo que yo hago día a día es para ayudar a la gente.  Hemos visto lo que esta pasando en China, España e Italia, lo que está sucediendo allá.  Ellos están complicados.  El temor es que nosotros no demos el ancho en cosas técnicas o que no podamos atender a toda la gente que nos va a requerir.  Estamos trabajando para eso.  Estamos visualizando el peor escenario en el que podamos estar.  Ahora los turnos van a ser de 24 horas, es decir, es un esfuerzo que estamos haciendo y es lo que hay que hacer.  Pero tengo que ayudar a la gente, tengo que ayudar a mi ciudad y a mi país.  Tengo la preocupación obvia que también me puedo enfermar, pero es la resiliencia que tengo que tener.  Si me enfermo tendré que hacer mi reposo para luego volver a trabajar.  Volver a ayudar”indica.

Su voz se quiebra.  Un silencio nos distancia.  Espero esta pausa.  Intuyo que el tema lo afecta, lo mueve “La preocupación con mi señora es nuestro hijo de 8 años.  Las redes que tenemos son bien acotadas.  Hoy tomamos la decisión que nuestro hijo se va a tener que ir a Punta Arenas.  Allá estará más protegido.  Porque qué pasa si yo me enfermo o se enferma ella? Quien se ocupa de él?.  Así que tristemente tomamos esta decisión de estar un tiempo distanciados.  Nosotros estamos dando muchas cosas. En este tiempo de crisis  Estamos dando tiempo, esfuerzo.  Nos estamos separando de nuestra familia y eso da pena.  Una de las cosas más difíciles que me ha tocado es decidir separarme.  Separarnos cómo familia”.

Reitera qué es necesario que la gente deba quedarse en su casa.  “Yo veo camino a mi trabajo como la gente aún pasea, sale y yo pienso que eso es un despropósito.  Una irresponsabilidad con tu comunidad, con tu entorno, con tu familia.  En otros países se está muriendo gente.  Tenemos que ser responsables.  La gente debe hacer el esfuerzo de quedarse en la casa”

No quiero terminar esta entrevista dejando a Pablo con esta pena.  Por eso lo llevo a recordar alguna anécdota.  Me indica que en el hospital deben enfrentar momentos difíciles, como es encarar a la muerte cotidianamente y por eso es necesaria la risa, la alegría.  “Para un 18 de septiembre nos encontrábamos en turno y una compañera enfermera me dijo que estaban haciendo un esquinazo afuera de la urgencia.  Cuando fuimos a ver no era tal, sino más bien era un grupo de personas que se estaban peleando.  Nos dio mucha risa y eso aún lo recuerdo como un momento de alegría dentro de las historias del Servicio de Urgencia” finalizó.

A través de este testimonio elajitador.cl desea hacer un pequeño homenaje a los y las trabajadores/as de la salud.  Ellos son hoy nuestra primera línea.  Son quienes arriesgan todo por lograr nuestro bienestar.  Es necesario brindar cada día un pensamiento positivo por ellos y ellas, personas comunes que sacrifican su vida por las nuestra…por Vanessa, Angélica, Pablo, Manuel, María y tantos más vayan nuestros más sinceros respetos, admiración y orgullo.

Pablo Miralles, Enfermero Clínico Servicio de Urgencia Hospital Puerto Montt.

Betty Boom